Parece que ya huele...
Los sentidos se agudizan al máximo. Unos kilómetros antes de acercarnos a nuestro destino ya somos capaces de oler el chorizo a la sidra, las patatas al cabrales y otros tantos manjares de las montañas.
Qué bueno es comer bien, y beber...
Arenas de Cabrales nos recibe tímida. La pansión huele a chimenea. Y el aire a limpio. ¿Qué más podemos pedir... Un bar abierto. ¿Hamburguesa? No gracias, nuestro olfato no nos indicaba esto exactamente. Aquí sí. Aquí vamos a llenar la tripa... Luego, una botella, beber para olvidar (olvidar la botella en el río). Museo del queso. Todo borroso.
Nos levantaremos muy pronto para hacer la ruta. Pasadas las 11 desayunando con un hombre un poco perturbado...
Pongámonos en marcha.
Casa al inicio de la Ruta del Cares |
Las montañas, hasta ahora a oscuras, se nos ofrecen en una mezcla de amabilidad y orgullo. La cabeza retumba a cada paso. Dejamos un rastro de orujo por el camino. Una buena subida. Almenos no vamos de entierro, no tenemos tanta prisa.
El Urriellu aparece en la lejanía, casi burlándose de nosotros.
Picu Urriellu (Naranjo de Bulnes) |
Los efectos del ámbar empiezan a desvanecerse, el camino es llano. Y las rocas empiezan a mostrarse en multitud de formas y colores. Y de nuevo nuestros sentidos se colapsan. Huele a montaña.
Paredes calcáreas |
Parece que las rocas estén llenas de vida por dentro. Por cualquier resquicio, cualquier fisura, por pequeña que sea, la vida brota. Musgos, helechos y hasta árboles desafían a su propia fisiología.
Polypodium sp. |
Colores, texturas, olores, ... Y para la conjunción perfecta el sonido del río. Su fuerza nos recuerda que pasamos por allí gracias a él.
El Riu Cares |
Y aparecen las cabras. Qué envidia de vida. Qué tranquilidad. No te asustes, no traemos malas intenciones. Hoy tenemos que compensar el karma.
Cabras |
¿Habrá osos y lobos en estas montañas? Los buitres las sortean buscando las corrientes propicias. Hoy está difícil. Hace bastante viento y el sol no calienta. No sé si podrán comer, hoy.
Nosotros sí que podemos comer, poco, pero suficiente. No le des más. Si encontráis una cabra adicta al pan bimbo en Picos de Europa, no es mi culpa ehh.
Picos de Europa |
La luz se nos va a acabar, tenemos que volver, no quiero tener que usar la dinamo de la linterna (perdón, súper-linterna). El camino de vuelta, con el estómago más asentado (los sandwich hacen maravillas), se hace menos duro. Con las últimas horas del día los acentores alpinos (Prunella collaris) buscan algo que picortear. Nos acompañan durante un breve lapso de tiempo, como indicándonos el camino. Tan curiosos como la gente de sus pueblos ¿Tú de quien eres?.
Prunella collaris |
Las montañas, son tan bucólicas. Inspiración para poetas y pintores. Los sentidos se aturullan.
Como último colofón de bucolismo un cabritillo recién nacido se nos aparece, buscando los pezones de la cabra madre. Un traguito de leche calentita para entrar en calor.
Cabrito recién nacido con su madre |
Y abandonamos las montañas. Adiós picus, adiós Cabrales y cabras. Hasta otra. Quedan pendientes una sidra y una fabada. Vale, y también una ascensión.
1 comentario:
"olvidar la botella en el río..." en tinc ganes. però millor esperem una mica, a que arribi el bon temps.
molt bona combinació text-foto. com sempre!
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